La frase



“Tan real como una fragancia”.
Jorge Drexler, Eco.



lunes, septiembre 20

Absence Basium

Para mi periesplenitis crónica.
El generador de este escrito.

Yo sabía que te iba a matar. Desde que te vi en la sala de urgencias, sabía que no tenías posibilidades. Pero claro, intenté salvarte y mirá cómo terminé.

En las clases siempre me hablaban de qué hacer cuando llegara un paciente como vos pero yo me preocupaba por otras cosas. Siempre creí que si fueras a llegar a una sala de urgencias, dejaría que un buen amigo mío te atendiera.

Todos los días te contaba lo que aprendíamos en clase: los carbohidratos, el ciclo de la úrea, la velocidad de filtración glomerular, el eje hipotálomo-hipófisis, los diferentes tipos de sutura, los primeros auxilios... la reanimación. Nunca me imaginé que tuviera que practicarte algo así.

Recuerdo las noches en las que yo llegaba y me preguntabas cómo me había ido. Siempre querías que te contara alguna historia que te hiciera llorar, porque vos eras así, tenías una lágrima para todo y eso me gustaba.

Te conté de mi primer paciente y de los nervios que tuve esa 'primera vez'. Hasta me enredé con lo que vos llamás "estetoscopio". ¿Te acordás de esa vez que te expliqué que el estetoscopio tenía dos volúmenes para oír cosas distintas? A vos siempre te gustaba que te explicara las cosas con palabras comunes: volúmenes, estetoscopios y células mafiosas que mataban a otras para hablarte de P53.

Pero nunca fui capaz de hablarte en palabras comunes para decirte lo mal que te vi en esa sala de urgencias. Parecía que te faltara el aire, como si sufrieras de disnea, y que estuvieras en otro mundo. Me mirabas y yo no era capaz ni de responder a eso. No fui capaz de mirarte, de acercarme a ti y de hablarte para explicarte qué te pasaba.

Ese día nunca se me va a olvidar. Intenté calmarte pero era casi imposible porque yo estaba más deseperado que vos al verte en esa camilla a punto de entrar al cirujano. No te podía levantar, no podía llevarte a nuestra casa. Empecé a decirte que tenías la nariz tan grande como la foto de un señor que estaba arriba tuyo. Y vos te volteaste y quedaste exacta, con la nariz del narizón. Al menos te pude sacar una sonrisa.

Me sentía tan impotente al verte en ese estado porque en la Facultad nunca me dijeron qué hacer con un paciente como vos. Me enseñaron a tratar un herido de bala, una persona con esclerosis múltiple, con encefalopatía hepática, con lo que fuera, pero lo que vos tenías no estaba en los libros.

Me puse a investigar como lo hago con los pacientes que más me inquietan. Pero con vos era distinto porque vos más que mi paciente eras mía. Yo no te podía dejar morir, no te podía dejar en esa sala de urgencias esperando a que yo llegara con la cura.

Luego de muchos días sin noches encontré que padecías de Absence Basium. Intenté explicarte de todas las maneras en qué consistía tu enfermedad pero no encontraba las palabras comunes para hacerlo. Era algo díficil de entender.

Recuerdo que te decía que Absence Basium era del latín pero no podía traducírtelo al español.

El cirujano me dijo que ya era hora, que tenías que entrar. Yo no te quería dejar ir, no quería que otra persona que no fuera yo te tocara y menos con un bisturí. Pero los profesores y colegas me impidieron que te intentara salvar dizque porque había 'conexión sentimental'. Ellos ni siquiera sabían que nosotros ya habíamos traspasado eso hace mucho tiempo.

Ellos insistían en que te dejara pero yo tenía que explicarte de qué te ibas a morir, aunque nunca te dijera que te ibas a morir. Intenté traducírtelo de mil maneras: te hablé de sensaciones que se traspasan, de mariposas en el estómago, de que la solución era ser uno solo. Y vos no entendías. Te seguía hablando pero vos te perdías cada vez más como si estuvieras a punto de perder el sentido.

Ellos te querían llevar pero yo sabía que si entrabas allá no ibas a salir bien. Sólo me quedó una manera de explicarte cuál era la cura y fue ahí que te besé, estando en esa camilla y utilizando al señor narizón como excusa para que giraras hacia mí. Luego de eso fuiste vos la que me dijiste que Absence Basium significaba ausencia de beso y fue ahí que te dije que estabas en el peor grado de todos.

Yo sabía que te iba a matar. Desde que te vi en la sala de urgencias, sabía que no tenías posibilidades. Pero claro, intenté salvarte y mirá cómo terminé. Terminé siendo la cura para tu Absence Basium. Cambié lo que vos eras con la ayuda de una imagen de un señor narizón y mirá como terminamos, vos queriéndome y yo necesitándote.