La frase



“Tan real como una fragancia”.
Jorge Drexler, Eco.



lunes, julio 19

...y por eso es tricolor. 200 años entre héroes e historietas

En ocasiones, en veces anteriores, dije que cada cosa que escribía con juicio y con ganas de hacer algo útil de eso ('publicable' en términos de mis profesores de periodismo) era una especie extraña de hijo. Uno le trasnocha, quiere que salga bien, va a muchas partes a hablar con muchas personas para hacerles muchas preguntas. Algunas veces, una sola pregunta es suficiente.

Luego, vienen las horas en el computador, los dolores de cabeza y el desaliento. No hay tiempo para comer, poco para dormir y las cuestiones del baño se hacen rapidito.

El emitir el primer documental se siente más emocionante que el primer artículo o el primer programa radial, quizá sea porque uno le trasnocha más, le pasa más hambre, le gasta más tiempo y tiene que comprar muchos más Dolex que en las publicaciones de periódico y de radio. ¡MÁS DE 3 HORAS DE GRABACIÓN PARA 23 MINUTOS DE EMISIÓN! No hay derecho con el cuerpo humano. De hecho ese cansancio acumulado fue lo que me hizo marear, o por lo menos eso me dijo mi médico personal, yo.

Quien trabaja en mi casa dice que la cocina es muy desagradecida porque uno trabaja 1 hora para dejarla impecable y se ensucia en menos de 5 minutos. La televisión es mucho peor que eso pero da más satisfacciones.

Se siente extraño decir 'mi primer documental' porque no es un documental y porque suena como a una guía de cómo ser mamá: "Mi primer baño", "Mi primera enfermedad", "Mi primer día de colegio".

Es extraño y fue desesperante y agotador pero será agradable ver los resultados de esos esfuerzos, el 20 de julio por Telemedellín (8:30 p.m.) y por Canal U (11:30 a.m., 5 p.m. y 11 p.m.).

Sí, así no lo quiera llamar de esa manera, es mi primer documental. Creo que lo único por lo que me esforcé fue porque creía chévere mostrarle a la gente lo que hicimos con el tema de cómo se enseña la independencia. Aparece hasta el Profesor Súper O y Bolívar soy yo.

Está chévere, más o menos lindo y con mucho contenido. Mírenlo para que conozcan el trabajo de 4 personas que se mataron, inclusive en vacaciones (¿en vacaciones? ¡POR DIOS! Hasta bueno debe ser).

Voy a hacer un poco de cuña: "No se pierda este 20 de julio, en los horarios y canales que ya le dije, el heróico, el libertador y el victorioso documental ...y por eso es tricolor. 200 años entre héroes e historietas. Este trabajo fue realizado por... ¡ah! mejor mire los créditos en el trabajo. Hasta la próxima, ¡tarán!".

viernes, julio 16

Mareo

Marearse es horrible. Todo comienza con una leve sensación de no poder más.

La respiración se acelera y no quieres levantar los brazos para evitar que se encalambren. Siempre se sabe cuándo va a empezar. Te intentas calmar, pero las inhalaciones son rápidas e insuficientes. Cierras los ojos y te concentras en que no pase. Pero pasa. Te empiezan a doler ojos y a sentir balanceo de la cabeza, pito en los oídos y el cerebro punzado.

Luego que sabes que ya no hay vuelta atrás, intentas sostenerte de cualquier parte. Sientes tu mano apretando el tubo con todas tus fuerzas, que son pocas. Al rededor, muchas personas hablan, no entiendes a nadie, sólo oyes un pitido y sientes un dolor intenso en tus oídos.

Cuando por fin tomas el valor para abrir los ojos, sólo ves los colores mezclados con fugas hacia el centro. Te chocas con las personas, no sabes donde estás y no puedes ver absolutamente nada a parte de los colores con fugas.

Aquí es cuando más mal te sientes. Haz llegado al punto más crítico de tu mareo y te vas a quedar en ese punto más tiempo del que tardaste en llegar.

En este momento, los pies no te responden y tú sólo piensas en que la caída no sea muy dura cuando llegue el desmayo. Las piernas se vuelven una masa que responden torpemente a las órdenes de tu cerebro desoxigenado. Tus ojos... esos son los peores. No sabes distinguir en qué dirección van las escaleras eléctricas, no ves dónde hay huecos y dónde no. No puedes reconocer a ninguna persona ni ningún lugar. Toda característica que reconoces en condiciones normales, se convierte en una mezcla de colores con fuga hacia el centro.

Sientes alfileres en tu cerebro y no sabes dónde están pisando tus pies. El pito de tus oídos se vuelve más agudo, pierdes el equilibrio y no sabes caminar. Un pie se enreda con el otro y tu cuerpo golpea cualquier superficie sin sentir nada. Sólo te das cuenta que todo mejorará cuando sientes la mano de alguien tomarte por el brazo. Ya puedes tener la seguridad que si te desmayas, el golpe no será muy fuerte.

Luego te hacen sentar, mientras tú cierras los ojos por esa desesperante fuga de colores. Todo se ve en puntos y sólo reconoces el amarillo.

Ya el asiento no es suficiente, aunque haya pasado la peor parte. Te acuestas, levantas los pies sobre una caja y sigues con los ojos cerrados. Todo te da vueltas. La camilla se empieza a mover con cada respiración que das. Los punzones en tu cerebro se agudizan, sientes el cuello frío y apenas te tocas la cara, sientes que estás empapada en sudor.

El pitido fastidioso en el oído se ha convertido en un dolor de otitis. Miras tus pies mientras los mueves. Ya las masas responden a los cortos circuitos de tu cerebro.

Te atreves a abrir los ojos. Ya los colores están más estables y sabes dónde estás. Te levantas suavemente e intentas ponerte de pie.

Antes de irte, las personas que están a tu alrededor te cuentan lo blanca que estabas cuando llegaste. "Ya por lo menos recuperó el color". Eso es mucho decir si tienes unos cachetes rojos, como de campesina.

Sabes que no puedes ir al lugar que tenías pensado. Haces unas llamadas, llegas a tu casa y te acuestas. Tres horas después, te pones a escribir sobre las sensaciones del mareo y las vuelves a sentir. Dolor en los ojos, balanceo de la cabeza, pito en los oídos y el cerebro punzado.

A este punto, decides dejar de escribir y volver a la cama. No quieres sentir esa desorientación de nuevo y menos cuando ya te ha pasado dos veces.

sábado, julio 3

El eco de Drexler

Jorge Drexler es mi cantante favorito. El jueves, 1 julio lo pude ver en concierto. Drexler sonó muy distinto a como suena en mi pc o en cualquier bafle conectado a un reproductor. No sonó bien y el público no lo acogió.

Ese mismo jueves, cantaban Silvio Rodríguez y León Gieco. A Gieco no lo he oído pero a Silvio sí y puedo decir que el público de Silvio no era el de Drexler. Son géneros, ritmos, letras y voces muy diferentes. Es posible que Drexler no le guste a quien levanta una bandera roja con una hoz y un martillo cuando sale Silvio Rodríguez.

El público no le respondió bien. Drexler intentaba hacernos cantar el coro, decía cómo era pero el público no le respondía. Pocos aplausos, muchos murmullos y demasiados gritos de vendedores.

Esto puede deberse a que el concierto era gratis. Mientras una persona gritaba "cigarrillos, mentas, cigarrillos", a los dos metros, como si estuvieran compitiendo por el que lo dijera más duro, otro anunciaba "guaro, guaro, guaro, bon ice".

A eso se le agrega que cuando Drexler empezó a cantar, las personas que estaban a mi alrededor empezaron a hablar y a hablar, se notaba que estaban ahí por Silvio. Las personas no dejaban oír y, además, el sonido era tan malo que parecía que el uruguayo estuviera cantando sin acompañamiento musical. Las guitarras no se oían absolutamente nada.

Claro que no todo fueron causas externas. Para mí, le faltó fuerza a Drexler. Claro que yo soy una oyente que no tiene conocimiento alguno de música más que lo que reproduzca un computador.

Con ese conocimiento, puedo decir que cantó Al otro lado del río, Cerca del mar, Transporte, Deseo, Milonga del moro judío, Guitarra y vos, Polvo de estrellas, Aquellos tiempos, Disneylandia y Todo se transforma (nótese mi gusto por el cantante).

Ninguna de esas canciones es lenta aunque cabe decir que Drexler no es que cante cosas para bailar. Sin embargo, las cantó diferente, sin la fuerza y sin el impacto que se les nota a las canciones de los CD's. Es posible que sea efecto de los estudios, pero lo que sí fue igual o mejor fue su voz.

Repito que no tengo conocimiento alguno de música, pero para mí, Drexler no sonó tan bien como me lo esperaba. Se puede deber a muchas causas, empezando porque para la mayoría del público era tan sólo un telonero. Yo fui para ver a Drexler, no a Silvio, sin poner en duda la capacidad musical de éste.

Creo que la impresión que dejó Drexler no fue la mejor. Él, antes de empezar el concierto, dijo que era su primera estadía en Colombia. No creo que le hayan quedado ganas de volver.

Yo, por mi parte, quisiera estar en un concierto en el que Jorge Drexler no sea el telonero sino el cantante principal. Quisiera verlo con un público que haya ido a verlo a él. Quisiera verlo y oírlo en un concierto que sea pagado y no gratis, quizás en un teatro, sentada y con un buen sonido y un buen espectáculo. Quisiera verlo con un público que lo valore como músico, con un público que le repita los coros, con un público con el que Drexler se sienta cómodo y no tenga que preocuparse por gustar, pues sabe que lo está haciendo. Quiero verlo dando un excelente espectáculo, como he visto en internet que los ha hecho.

Si Drexler vuelve, yo voy a su concierto. Pero tengo que admitir que me esperaba algo mucho mejor.

Para situar a quienes no sepan de él, les mostraré una de las canciones más conocidas, una de mis preferidas y otra de las tantas que no tuvo la fuerza suficiente en el concierto. En esta canción, Guitarra y vos, creo que se muestra el excelente compositor que es, su buena voz y el manejo de los instrumentos por parte de los músicos que lo acompañan. Creo que con esta canción se demuestra lo bueno que es Jorge Drexler.


martes, junio 8

"[...] y hasta aquí los deportes... ¡País de Mierda!"

A Garzón lo mataron por hablar mal de lo que no se podía hablar, por criticar a los paramilitares, por ir en contra de los puestos a dedocracia, por decirle putas a las FARC, por nombrar algunos actos de las primeras damas. A Garzón lo mataron por ser Néstor Elí, Inti de la Hoz, John Lenin, Wiliam Garra, Godofredo Cínico Caspa, Dioselina Tibaná y Heriberto de la Calle. De Garzón queda un monumento en Bogotá y algunos videos en YouTube, nada más.

Yo, por mi parte, me limito a unirme a la frase de José Eusebio Caro: "La nación suicida podrá regenerarse y ser feliz". El problema es que no nos dijo cuándo y quién sería el redentor. Sólo tenemos la esperanza de que llegará algún día porque hasta el momento no ha aparecido... ¿O sí? ¿Lo habrán matado como a Garzón?

HIDEPUTA... Era Garzón.

sábado, junio 5

A la muestra: ...

A ustedes, lectores, les presento el objeto más tecnológico conocido hasta el momento: LIBRO, BOOK, LIVRE, LIVRO o como le quieran llamar.




martes, junio 1

Lágrimas de azúcar


Me dijeron que el aguacate se come con sal, la sopa con ají y el mango con limón. Que los villancicos sólo se cantan en diciembre, que el niño Dios premia a los buenos y que mi Ratón Pérez unas veces venía de Bogotá, otras de la pieza del lado.

Me adiestraron en el arte de coger mangos, guayabas, naranjas, mandarinas y todas las demás frutas que crecen en estas tierras. Me cogían de la bicicleta para que no me fuera a caer; en ocasiones me soltaron para que me cayera. Me indujeron a la literatura, a la escritura y al dibujo.

Me contaron que no todos son buenos, que la ciudad es peligrosa, que las cosas ya no son como antes y que no debía montar sola en bus.

Me explicaron que no podía responderles mal a los profesores y que por momentos era mejor callarse. Me mostraron que muchas veces se pierde y que cuando se gana, el triunfo es pasajero.

Lo que mis papás nunca me explicaron es que la gente no aprende, que en Colombia no existe la memoria, que aquí los únicos muertos que duelen son los propios. No me enseñaron cuál era la diferencia entre el silencio y la ignorancia; no me mostraron dónde termina la pasión y dónde empieza lo razonable.

Tampoco me dijeron que podía perder el sentido en un concierto, que los paisajes colombianos son asombrosos y múltiples, que creería en el cambio, que sonreiría con la sonrisa de otra persona y que hacer el amor me dejaría extática.

Ellos nunca pudieron decirme que los sueños se confunden con la realidad, que las lágrimas saben a sal, que el mar es misterioso y que un buen hombre... lo necesario. No me lo dijeron porque querían que yo fuera la niña que soy, creando mi propio mundo con ilusiones y probando lágrimas de azúcar.